Pensamientos desde la periferia
Pensamientos marginalesLa pasión y la fuerza que brotaban de Guillermo Villegas Mejía eran palpables en sus textos. Tenía un gran amor por la palabra escrita. Por ello, escribía en cualquier superficie que encontrara: un papel, una envoltura, una boleta, al borde de un libro… Su sintaxis sin complejidades resume la actitud de Guillermo frente al arte. Sus reflexiones están motivadas por la pasión, el impulso y la rebeldía; no por la hipérbole y la falta de realidad. Sus textos son de una naturaleza íntima y personal.
A continuación se relacionan algunos pensamientos que Guillo hiló desde la periferia y para la periferia; desde el lugar del oprimido y para el oprimido. Su escritura situada y crítica nos interpela, inquieta y nos pone en movimiento para construir, a través del artehacer, una cultura de paz que tenga en cuenta nuestra identidad aframerindia, la memoria viva de las poblaciones históricamente excluidas en Colombia y la potencia pedagógica del arte para convivir en la diferencia.
Pedagogía
El método pedagógico que se da en el taller parte de la colaboración colectiva. Se apunta a un aprender haciendo, por ello el tallar-se es fundamental. La arcilla no solo es moldeada, ella también modela a quienes la experimentan como una extensión de sí mismos. Por eso, aprender haciendo es fundamental para esta pedagogía, pues no solo hay un aprendizaje profundo de lo externo, sino también de sí mismo. Por medio de la libertad, la curiosidad y el interés, este espacio se convierte en un lugar donde la educación abandona las restricciones creadas por la institucionalidad y se adentra en cada alma para transformarla.
TALLERISTAS:
Nuestra pedagogía tiene rumbos claros: meditar a fondo sobre la realidad que vivimos, hoy, y saber, bien sabido, desde dónde venimos. Construir un proyecto existencial. Descubrir el ser profundo que somos todos los latinoamericanos. Todo esto nos conduce a producir un saber, es decir, a construir una filosofía auténtica, que no sea una copia más de pensamientos importados. Encontraremos un pensamiento vivo, y nuestro, nacido de nuestras propias circunstancias.
TALLERARTE:
gentes dedicadas al artehacer, una lúdica pedagógica para lo social que construye una imagen amable: una comunidad entregada a lo artístico, actividad por la que habría de ser reconocida y justipreciada, en los tiempos por venir.
“La pedagogía (en tiempos de guerra) artística social en la cual cada tallerista y cada obra son peldaños que se autoconstruyen, que autoedifican la comunicación salvadora para una renovada solidaridad-mentalidad ciudadana, en donde la democracia, para serlo, no sea tan solo la “igualdad de oportunidades, sino cumplidamente: igualdad de facilidades.”
Sustantivo: Taller
Verbo: Tallerar
Construcción: Tallerarte
En colectivo: Tallerarnos
Tallerarme
Apuesta por la paz
Medellín se ha caracterizado por ser una ciudad en donde las lógicas de violencia se han convertido en la normalidad del panorama. En este sentido, la guerra se ha configurado como un presente continuo, un devenir sin salida. Frente a este panorama, el taller es un espacio que apuesta por la paz desde la comunica-acción colectiva y el artehacer como alternativas de vida ante la sombra de la muerte y la guerra.
«Nos esforzamos, en TALLERARTE, para que todo esto nos signifique una exploración afortunada que conduzca a colonizar amables territorios, la convivencia y su consecuencia obvia: la solidaridad y una comunidad que se autoconstruye desde la alegría crea-tiva en la indispensable paz que nos permita trabajar por la identidad.»
«TALLERARTE es la expresión libre y espontánea, auténtica por encima de todo, dado que se trata de un novedoso taller de comunicAcción desde lo artístico, desde el artehacer, que dinamiza procesos, como lo estamos viviendo: procesos de convivencia y amistad; de crecimiento colectivo e individual, artístico y social.»
«TALLERARTE viene adelantando, DIRECTAMENTE CON LA COMUNIDAD, con los actores de la guerra, con los padres y madres, y particularmente con los niños (futuros sicarios, futuros milicianos, futuros paramilitares) una tarea de largo aliento: sembrar en las gentes interés por lo artístico, aprecio y dedicación por lo artístico, buscando que la mentalidad de estos habitantes de la cultura del gatillo ceda espacios para el arte comunitario hasta lograr que el ambiente violento de la zona pierda intensidad y que, de manera paralela, vayamos cambiando la historia sangrienta de esta comunidad, a ojos de propios y extraños, por una nueva historia, esta sí, amable, de una comunidad que practica lo artístico, lo vive, que se comunica, ya no desde el gatillo sino, naturalmente, desde la arcilla, desde el modelado del barro.»
“Tallerarnos es una palabra acción, un verbo dinámico que se construye a sí mismo. Palabra que se tallerea a ella misma, autosuficiente, que se piensa continuamente, que se ejercita como un oficio, que se reinventa cada día a partir de ella misma.
Tallerarte se ha especializado en recordar a los nuestros lo que en verdad son: talentos sin descubrir, valores dopados, aptitudes adormecidas y para ello los talleramos como las más noble arcilla, con paciencia de artesano, convencidos de que el arte más sano es el de construir seres que piensen, que se valoren, que sepan diferenciar.
Si ignoramos la real dimensión de nuestro extravío cultural mal podemos medir hacia dónde dirigirnos. El arte es óptima brújula.”
Identidad aframerindia
El reconocimiento de la identidad cultural es un aspecto fundamental que atraviesa la filosofía del taller. Nuestras raíces se extienden hacia infinitas posibilidades, ya que somos bastamente ricos en culturas y saberes. La resistencia, en este punto, se hace imperativa, dado que la pérdida de identidad nos deja en un lugar de no-acción, donde no podemos pensarnos ni desarrollarnos como sujetos pluriétnicos y libres. Por ello, Guillermo Villegas hace especial hincapié en el reconocimiento de estas raíces, principalmente para ampliarnos el horizonte y permitirnos reconocer lo importante en nosotros: nuestra historia, nuestras raíces latinoamericanas.
«Somos los depositarios de tres culturas diferentes y esto nos hace triplemente enriquecidos, fantásticamente enriquecidos porque tan nuestro es lo blanco, como lo negro y lo broncíneo, y como la resultante final: ¡esto, lo que somos! ¡Un pueblo nuevo! dueño de todos los pretéritos, pero también dueño de todos los futuros posibles, de todas las posibilidades, de todos los caminos aun no explorados por la humanidad.»
«Yo ya tengo definida mi Identidad Aframerindia, ya me he reconciliado con mis raíces… me he encontrado conmigo mismo… y ya sé cuáles son mis caminos. Y desde esta ubicación quiero aportar, para que Otros encuentren sus derroteros naturales, se reúnan y dialoguen… organicen y dirijan… construyan por su cinta, por su cuenta… sabiendo que el pensamiento y la palabra, unidos a la acción prolongada y masiva, son las mejores herramientas, y que debemos despojarnos de uniformidades mentales.»
«Como ciudadanos de la nación latina a quien me duele mi país, tomará parte en este combate con las mínimas armas a mi alcance: un lápiz y un cincel, una opción para pensar y la posibilidad de unirme a mis hermanos para actuar.»
Memoria viva
En Tallerarte, los talleristas se expresan a través de la arcilla: lo que viven cotidianamente en las calles de su barrio, en el hogar, la escuela, la tienda, la cancha y hasta en el combo se plasma en el barro. En este sentido, las obras de los talleristas son fotografías móviles de su contexto e historia, con todas sus grietas, bifurcaciones y violencias. En la creación de las esculturas se amasan los recuerdos y se fisura la historia impuesta para construir una memoria colectiva, comunitaria y barrial. En el artehacer, los talleristas potencian una memoria viva, situada, crítica y rebelde que se sigue abriendo a la esperanza.
“Aunque la reflexión sobre la polis, la ciudad (la política) no sea nuestra ocupación diaria, no podemos ignorar cuánto nos sucede. Se trata de asumir una responsabilidad de ciudadanos, una postura ética y estética frente a la comuna, al país. Politizarnos no obliga a inscribirnos en algún partido pero si en el destino de nuestro país, de la ciudad, de la barriada. Debemos historiar lo que ocurre, así no seamos historiadores; atender al debate social, así no seamos sociólogos; buscar nuestra identidad, así estemos casi ciegos. Y si a pesar de todo, tallerarte continúa llamando al artehacer, es porque creemos en la utopía, en el sueño por un mundo mejor, porque hemos decidido derrotar al escepticismo y porque aún estamos vivos y aun a tiempo de determinar nuestro destino por nosotros mismos.”
“Que el arte no sea un visitante más, sino que habite en las escuelas, que sea la escuela misma. Que el arte sea el “ábrete sésamo”, puerta siempre abierta hacia el país interior del adulto, del niño, esa región interna poblada por maravillas individuales. Nos conduzca hacia lo que si somos verdaderamente, parte del todo, y el entorno mismo, objeto que actúa y objeto receptor de esa acción de la propia acción que construye.”
“TALLERARTE ha trabajado con sus talleristas desde la libertad expresiva, total. Sin teorizar, sin inducir. Propiciando, sí, que el sentido innato que existe en cada persona, respecto de lo artístico, de la necesidad de comunicación, y de su propio sentido del gusto, se manifieste. Así, cada uno ha hablado en sus obras, no de lo que se podría vender bien o satisfacer gustos burgueses, sino de su vida personal, familiar y social.
Nuestros talleristas han expresado en el barro las más amargas o gratas experiencias personales, o de sus parientes, de sus vecinos. Los episodios de los que han sido testigos obligados. Por esto, sus obras son hijas de la verdad, de la verdad-verdadera, de cada cual. Este es su mérito. Y esta, su validez.
Son estas particularidades las que hacen que nuestras obras sean “diferentes”, “otra cosa”, fuera de serie, que sean cada una un auto-examen de cada quien, una interiorización audaz que facilite conocerse a sí mismo, quién es, de dónde, de qué vivencias viene… y todo esto, ambientalmente, es una pedagogía reconstructiva para el niño, el ciudadano, para el tejido social.»
“Dialogar con uno mismo, con todo lo que habita, con un ojo puesto en la realidad más cruda, el otro en la utopía, teniendo siempre alguna duda, y un incansable empeño, una pasión.”
Arte a poblaciones excluídas
El arte es considerado un lenguaje universal que traspasa fronteras, las desdibuja por medio de un sentimiento estético que permite considerarnos iguales en nuestras diferencias. En este sentido, el taller se presenta como una iniciativa gratuita y abierta para eliminar las exclusiones que se generan en las dinámicas sociales. Por ello, abre las puertas a poblaciones excluidas, marginadas, creando un lugar para desarrollar el potencial artístico de cada individuo de la comunidad. De esta manera se crean oportunidades que escapan a las lógicas de violencia y dan un nuevo panorama de esperanza a las comunidades de las periferias que han sido relegadas al olvido.
«Nuestra tarea se cumple en las barriadas, con estudiantes y trabajadores y desempleados, con los muchachos de los combos, pero también con lo campesino, lo nativo indígena, con las negritudes, con todo lo marginal, lo olvidado.»
«Descubrir que la marginalidad no es un castigo sino una oportunidad para la libertad expresiva desde el artehacer, posición estratégica que no puede brindar la academia, sometida a escuelas e ismos. «
“Y como fruto de una extensa experimentación con obreros y profesionales, empleados y amas de casa, estudiantes e indígenas, con campesinos, en todas las edades, hemos hallado una hermosísima verdad que, con orgullo, proclamamos: hacer arte no es patrimonio de genios, todos podemos, es genético, hereditario, es una forma natural de comunicarnos, desde los tiempos más remotos, hasta hoy, hasta el mañana.”